Los atentados del 11 de septiembre de 2001 (comúnmente denominados con el numerónimo 11-S en España y Latinoamérica; 9/11 en el mundo anglosajón) fueron una serie de atentados terroristas suicidas cometidos aquel día en los Estados Unidos por miembros de la red yihadista Al Qaeda mediante el secuestro de aviones de línea para ser impactados contra varios objetivos y que causaron la muerte a cerca de 3.000 personas y heridas a otras 6.000, así como la destrucción del entorno del World Trade Center en Nueva York y graves daños en el Pentágono, en el Estado de Virginia, siendo el episodio que precedería a la guerra de Afganistán y a la adopción por el Gobierno estadounidense y sus aliados de la política denominada de Guerra contra el terrorismo.
El tercer avión secuestrado pertenecía al vuelo 77 de American Airlines y fue empleado para ser impactado contra una de las fachadas del Pentágono, en Virginia. El cuarto avión, perteneciente al vuelo 93 de United Airlines, no alcanzó ningún objetivo al resultar estrellado en campo abierto, cerca de Shanksville, en Pensilvania, tras perder el control en cabina como consecuencia del enfrentamiento de los pasajeros y tripulantes con el comando terrorista.
Los atentados causaron más de 6.000 heridos, la muerte de 2.973 personas y la desaparición de otras 24, resultando muertos igualmente los 19 terroristas.
Los atentados, que fueron condenados inmediatamente como horrendos ataques terroristas por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, se caracterizaron por el empleo de aviones comerciales como armamento, provocando una reacción de temor generalizado en todo el mundo y particularmente en los países occidentales, que alteró desde entonces las políticas internacionales de seguridad aérea.
ARMAS QUIMICAS EN SIRIA
El uso de las armas químicas está prohibido en forma absoluta por las convenciones internacionales. Los rebeldes acusan del crimen al Gobierno sirio, mientras que éste denuncia a la oposición de estar detrás del ataque. Aunque no hay pruebas, es muy poco probable que sean los rebeldes. La magnitud del crimen llevó a los países occidentales a amenazar con intervención militar contra del Gobierno sirio a lo que se opone Rusia y China. No se pudo llegar a una posición común en el Consejo de Seguridad de la ONU y los Gobiernos occidentales carecen de una legitimidad jurídica y de un marco multilateral para actuar.
El Parlamento británico rechazó la moción del Gobierno y desautorizó la participación de las fuerzas armadas británicas en la intervención. El Congreso de los EEUU se pronunciará recién dentro de unos 10 días, igual como lo hará el Parlamento francés, para autorizar golpes aéreos selectivos, por misiles en particular, en contra de los objetivos militares del Gobierno sirio. Esa estrategia tampoco cumple con el propósito de la intervención. Como dijo un periodista británico: “‘castigar’ al dictador por haber matado a su propia gente, matando más de su propia gente, parece estúpido y no lleva a ninguna parte”.
BOMBAS ATOMICAS EN JAPON
Seis días después de la detonación sobre Nagasaki, el 15 de agosto, Japón anunció su rendición incondicional frente a los «Aliados», haciéndose formal el 2 de septiembre con la firma del acta de capitulación. Con la rendición de Japón concluyó la Guerra del Pacífico y por tanto, la Segunda Guerra Mundial.
Al finalizar la guerra, Japón fue ocupado por fuerzas aliadas lideradas por los Estados Unidos con contribuciones de Australia, la India británica, el Reino Unido y Nueva Zelanda, además de que adoptó los «Tres principios no nucleares», lo que prohibía a Japón tener armamento nuclear.
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